Nuestro Colegio en la Web

viernes, 18 de junio de 2010

“La comedia es el estudio más serio del mundo” (Charles Chaplin).




El Gran Dictador, más que una crítica al fascismo y a los gobiernos totalitarios, más allá de la parodia / caricatura grotesca que propone de los gobiernos de Adolf Hitler y Benito Mussolini, es un canto a la esperanza, un canto a la democracia, la paz y la libertad. El mensaje del film, claro y contundente, es subrayado por Chaplin en el mítico discurso final, organizado para celebrar la anexión de Ostelrich a Tomania. El dictador Hynkel es confundido con el barbero judío por sus propios hombres (los dos personajes son interpretados por Chaplin), y este, tras el discurso del ministro de propaganda Garbitsch - "Hoy en día, democracia, libertad y igualdad son palabras que enloquecen al pueblo. No hay ninguna nación que progrese con estas ideas, que le apartan del camino de la acción. Por esto las hemos abolido. En el futuro cada hombre tendrá que servir al Estado con absoluta obediencia"- se ve obligado a dirigirse a una audiencia de millones de personas: "Nos hemos de ayudar los unos a los otros, los seres humanos somos así. Queremos hacer felices a los demás, no hacerlos desgraciados. No queremos odiar ni despreciar nadie. En este mundo hay sitio para todo el mundo (...) El camino de la vida puede ser libre y bonito, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado las almas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado hacia la miseria y las matanzas. Hemos progresado muy deprisa pero nos hemos encarcelado a nosotros mismos: el maquinismo que crea abundancia nos deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos, nuestra inteligencia, duros y secos. Pensamos demasiado y sentimos muy poco. Más que máquinas, necesitamos humanidad, más que inteligencia, tener bondad y dulzura. Sin estas cualidades, la vida será violenta, se perderá todo. (...) La desgracia que padecemos no es nada más que la pasajera codicia y la amargura de los hombres que tienen miedo de seguir el camino del progreso humano. El odio de los hombres pasará y caerán los dictadores y el poder que tomaron al pueblo será reintegrado al pueblo y así, mientras el hombre exista, la libertad no desaparecerá".

El contexto político de la época impediría que este contundente mensaje de paz y libertad llegara dónde tenía que llegar: la película sería prohibida de manera fulminante en Alemania (Hitler ya había prohibido de manera explícita las películas de Chaplin en el año 1937), Italia y todos los países ocupados por estas dos potencias, y tampoco se estrenaría en Brasil, Argentina y Costa Rica, entre otros países. En España, la película permanecería prohibida hasta en el año 1976. Tras el sangrante desarrollo de la segunda guerra mundial y de las atrocidades cometidas por el régimen nazi en los campos de concentración, Chaplin matizaría sus palabras y la verdadera intención de la película en sus memorias (publicadas en el año 1964): "Si hubiera tenido conocimiento de los horrores de los campos de concentración alemanes no habría podido rodar la película: no habría podido burlarme de la demencia homicida de los nazis; no obstante, estaba decidido a ridiculitzar su absurda mística en relación con una raza de sangre pura".



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